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Historia de Burgos

Muy pocos animales han tenido el privilegio de pasar a la historia; normalmente han sido los caballos, como Bucéfalo, Marengo o Babieca, los que han entrado de las riendas de sus gloriosos jinetes a las páginas de la inmortalidad.

Lo raro es encontrar otro tipo de animales que por su distinguido comportamiento hayan alcanzado, ellos solos, esta prerrogativa como es el caso del noble bruto que hoy nos ocupa.

Si buceamos en los fondos documentales de la Catedral de Burgos, encontraremos la singular historia de “GARRUDO”, un buey castellano de los de aquellos cabestreros de la Real Cabaña que aún tienen calle y barrio en la Cabeza de Castilla.

“Garrudo” era el más fuerte y el más dócil, por lo que hacia de “guía” de la boyada que se encargaba de transportar esa mole de jaspe que está situada justo al lado del magnifico sepulcro de los fundadores de la Capilla de los Condestables, esta enorme piedra de unas 10 toneladas de peso estaba destinada para soportar el bulto yaciente de D. Iñigo Fernández de Velasco, IV Condestable de Castilla, y que aún aparece vacía pues se sepultó a éste en Medina de Pomar.

 

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